Desde siempre, la alimentación ha sido uno de los aspectos primordiales y más importantes en todas las sociedades. Y es que, alimentarse, no es sólo una necesidad, sino que, también, puede convertirse en un placer e, incluso, en un lujo. Pero la alimentación está sometida a los grandes cambios de las sociedades y, sobretodo, a los avances de la ciencia, que han logrado que muchas personas empiecen a plantearse como será nuestro futuro alimentario.
En el último siglo, y, especialmente en las últimas décadas, se han producido cambios importantes en la sociedad. La tecnología y la ciencia avanzan de forma cada vez más rápida y eficaz y, todo esto, influye directamente en la alimentación. Algunos de estos cambios son la mecanización del trabajo en todos los sectores, que libró al hombre de muchos esfuerzos físicos, con lo que disminuyó la necesidad de ingerir alimentos calóricos; el desarrollo de los transportes, que facilitan el traslado de las personas a los lugares de trabajo, ocio, compras..; la climatización de los hogares y edificios y la mejoría en los vestidos, que permite que el hombre pueda soportar bajas temperaturas sin malgastar mucho calor...
Además, se han producido otros cambios en las sociedades que también han influenciado en la alimentación de las personas. Se ha comprobado, por ejemplo, que cuanto más dinero tiene un país, menos se gasta en alimentación, ya que surgen otras actividades, hobbies... que hacen que la comida no se vea como un placer. A esto se le suma el aumento de la disponibilidad de comida en cualquier lugar y a cualquier hora del día, así como la aceleración del ritmo de vida de la mayoría de ciudades occidentales, y el hecho de que la mujer trabaje. Todo esto, sumado a una creciente homogeneización de costumbres dada por la globalización mundial, obliga a que las comidas se hagan de manera más rápida y cómoda, por lo que los restaurantes de comida rápida cada vez tienen un peso más importante en estas sociedades.
La ciencia se tiene que adaptar a las costumbres alimentarias, a las formas de vida y a los cambios de la sociedad, para observar cuales son las necesidades de esta con la finalidad de dar soluciones efectivas.
En los últimos años, la población es cada vez más joven, está más preocupada por el aspecto físico, la dieta y la salud, pero no tiene demasiado tiempo para hacer las comer, cocinar ni comprar los alimentos. Por otra parte, también hay una gran cantidad de gente grande que hace plantear la necesidad de alimentos que favorezcan la calidad de vida de las personas.
Primero lo hizo con los electrodomésticos, los medicamentos, la maquinaria... La ciencia quiere colaborar de esta manera, y lo continua haciendo, en los cambios de las costumbres alimentarias para facilitar-nos la vida. Y, actualmente, los estudios se centran en gran parte en adaptar la ciencia y las nuevas tecnologías a las necesidades de las personas, creando alimentos con valor añadido, alimentos infantiles, dietéticos, adelgazantes, para diabéticos, celiacos... De esta manera, el progreso científico nos aporta más calidad de alimentos y seguros.
Pero el futuro de la ciencia en el campo de la alimentación va mucho más allá. Los científicos no se plantean, sólo, producir productos para personas con problemas de salud, sino que las investigaciones actuales van destinadas a encontrar alimentos que puedan evitar muchas enfermedades y garantizar una buena calidad de vida.
Así pues, podemos hablar de alimentos funcionales, un término aparecido en 1999 para definir un alimento que contiene un componente, nutriente o no nutriente, con efecto selectivo sobre una o varias funciones del organismo con un efecto añadido por encima de su valor nutricional; o de alimentos transgénicos, manipulados genéticamente para mejorar la calidad del producto.
Y mucho más que esto. Por muy extraño que parezca, de aquí a unos años será normal ir a comprar al supermercado y que un sensor lea, a cada persona, su mapa genético, a partir del cual una voz robotizada le indique que alimentos comprar según su salud; habrá productos hechos casi a medida, con alimentos diseñados especialmente para protegernos de una propensión genética a problemas cardíacos que se nos hayan diagnosticado a través de mutaciones de nuestro ADN, o comprar alimentos modificados genéticamente para que contengan grandes cantidades de nutracéuticos naturales, que proporcionan un beneficio probado para la salud.
Todo esto será posible gracias a la prospectiva, definida por uno de sus fundadores como la ciencia que estudia el futuro para comprenderlo y poder influenciar en él. Esta ciencia ha dado paso a otra: la nutrigenómica, que estudia las interacciones entre alimentos y las características de las personas y que permite, por lo tanto, usar la alimentación para la prevención de patologías, formulando dietas específicas en función a nuestro ADN. Esto se explica debido a que esta comprobado que los nutrientes interaccionan directamente con los genes.
Por otro lado, la nanotecnología es otra de las ciencias que tendrán una relevancia importante en el futuro de la alimentación. Esta consiste en la manipulación de la materia a escala del nanómetro, hecho que permitirá manipular tanto el cultivo del alimento como este en sí.
La Fundación del Observatorio de Prospectiva tecnológica i industrial (OPTI) ya afirma que en pocos años, secuenciar el genoma de cada persona será tan barato como un análisis de sangre, y eso, unido a la investigación en los compuestos bioactivos de los alimentos, ayudaran a la prevención y a la cura de muchas enfermedades, las cuales tienen componente genético.
De momento ya se espera que en un futuro cercano, hacia el 2015-2020, los estudios in vitro e in vivo permitan validar los mecanismos de acción a nivel molecular y celular de los compuestos y hacer ensayos sobre las personas para determinar la acción de los componentes sobre cada fenotipo. Además. Se generalizará el uso de organismos modificados genéticamente con aplicaciones en el tratamiento de enfermedades.
Un futuro seguro?
Nuevos aparatos tecnológicos, alimentos específicos para diabéticos, para niños, para hacer dieta..., modificaciones del ADN de los alimentos, comprar según nuestra genética... Todos estos avances y muchos más hacen que surjan diversas cuestiones que ponen en duda el poder de la ciencia y hasta donde ésta puede y debe llegar. Estamos seguros de dejar nuestra salud en manos de la ciencia? Algunos, como la organización ecologista Greenpeace, lo tienen claro: aseguran que de ser así se pondría en riesgo a la población, los diferentes ecosistemas y la economía de los agricultores. Pero por su parte, los científicos afirman que no hay evidencia de estos riesgos.
Delante de las dos opiniones, confiamos en la ciencia o la ponemos en duda? Nos dejamos llevar por el egoísmo y disfrutamos de los beneficios que aportan los avances científicos? Caeremos en nuestros errores una vez más, perjudicando, así, el equilibrio ecológico?
Sea como sea, lo que es seguro es que la ciencia continuara avanzando cada vez a más velocidad, y guste o no, el peso que tiene ésta y la fiabilidad que puede probar harán de su intervención en la alimentación un aspecto cada vez más presente, más importante y más espectacular.
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