El francés Richebourg fue uno de los mejores espías de toda la historia. Nació en 1768 y no era, precisamente, un James Bond. Y es que Richebourg media, nada más y nada menos, que unos ¡58 centímetros! Esto le permitía disfrazarse de bebé y, con la ayuda de alguna anciana colaboradora, cruzar las líneas enemigas durante la Revolución Francesa.
S.
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