viernes, 7 de mayo de 2010

Willy Toledo: «Nos gobiernan democracias vacías y explotadoras»


NACHO para, El periódico
Codirector del Festival Internacional de Cine del Sáhara, el actor y productor teatral Guillermo ‘Willy’ Toledo (Madrid, 1970) combina su tendencia a la comedia con una actitud firme a la hora de defender las causas que le tocan el corazón. No tiene pelos en la lengua ni miedo a meterse en embrollos. Decir que el disidente cubano Orlando Zapata era “un preso común” lo metió en la refriega política y lo convirtió en el primer actor que participaba en ‘59 segundos’ (TVE).

–Sus declaraciones sobre el disidente cubano que murió en huelga de hambre levantaron una gran polvareda. Luego se quejó de haber sido malinterpretado y sacado de contexto. ¿Puede aclarar lo que quiso decir? –Las informaciones sobre la muerte de Orlando Zapata eran falsas. Por el delito que se le acusaba, recibir dinero de un país extranjero para desestabilizar al Gobierno, en España se hubiera enfrentado a 10 años de cárcel, y en Estados Unidos, a 30. Eso lo reconoce hasta Amnistía Internacional en sus informes. Yo no dudo de que fuera torturado, y me apena que no se hiciera algo más para evitar su muerte. Lo que sí digo es que hay una caza de brujas desproporcionada contra Cuba.
–¿Caza de brujas de quién?
–De la prensa, del poder político… La aparición en Colombia de una fosa común con 2.000 cadáveres, la muerte de 80 civiles afganos en un ataque de la OTAN o la paliza mortal que le dio la policía a un inmigrante en Suiza, por citar ejemplos recientes, no tuvieron, ni por asomo, la repercusión de la muerte de Zapata. De lo que yo me quejo es de la manipulación interesada. No hay que olvidar los motivos que le llevaron a la huelga de hambre. Quería que le pusieran en la celda nevera, televisión y teléfono.

–Entonces, ¿nunca se cree lo que dicen los medios de comunicación y los políticos?
–No me creo nada. Los medios defienden intereses económicos. El poder se alía con los medios para defender sus intereses. ¿Intereses de quién? Durante la huelga de hambre de Aminetu Haidar, el ministro Moratinos hablaba de la defensa del interés nacional, pero más bien se refería al interés de los accionistas de Repsol. Esos no son mis intereses. Deberían hablar claro y cambiar los consejos de ministros por consejos de administración, porque los gobiernos gobiernan para las multinacionales, no para la gente. Vivimos gobernados por democracias vacías y explotadoras.
–¿Quiere decir que las democracias son solo un invento para que alguien se forre?
–Hombre, las democracias son mejores que las dictaduras. La gente vive mejor y cada uno puede decir lo que quiere. Pero eso no impide que se siga robando a manos llenas, y a menudo la democracia se olvida de sus preceptos. Nos están contando que Somalia está llena de piratas que nos atacan, ¿pero qué hacemos nosotros en Somalia? ¿Qué diríamos si los somalís pescaran en aguas europeas o utilizaran nuestras costas para verter residuos tóxicos nucleares y farmacéuticos, como hace Estados Unidos allí? Y respecto a los españoles, ¿por qué tenemos que pagar la seguridad privada de unos atuneros, a veces con bandera de Barbados, que faenan donde no deben?
–¿No tiene la sensación de que la suya es una guerra perdida?
–Sí, puede parecer perdida. El poder acumula más poder, y cada vez lo utiliza de forma más sofisticada… Pero no, no me doy por vencido. Me movilizo como ciudadano, aunque sé que mi condición de actor me hace llegar a más gente y llevarme más palos. Y mientras existan medios de comunicación como www.rebelion.org, que es un medio no adocenado donde escribe gente como Noam Chomsky y Eduardo Galeano, hay esperanza. Las nuevas tecnologías ayudan al intercambio de ideas y a la unión entre la gente, así que no todo está perdido. Un mundo diferente es posible, y mientras exista esa posibilidad hay que luchar, aunque sea con acciones individuales sumadas. En España todo cambió a partir de la guerra de Irak. Por entonces, vi gente que jamás pensé que vería en una manifestación, y muchos de ellos se han ganado para la causa. El nivel de valoración de los líderes políticos tampoco parece indicar que estén muy fuertes.

–Usted respaldó activamente la huelga de hambre de la activista saharaui Aminetu Haidar. ¿Cree que habrá consecuencias tangibles para la causa?
–Aquella crisis hizo daño al Gobierno y volvió a poner la cuestión del Sáhara en el debate político, donde se ganan y se pierden votos. Eso es muy bueno, porque se trata de que nadie olvide la ignominia y traición que España cometió con el pueblo saharaui. Agustín Santos, jefe de gabinete del Ministerio de Asuntos Exteriores, me cogió en Lanzarote y me dijo: «Tú estás dejando morir a Aminetu». Estaba desencajado, señal inequívoca de que la situación le irritaba mucho, porque la supuesta postura neutral de España sobre el destino de su antigua provincia quedaba, más que nunca, en entredicho.

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