domingo, 6 de junio de 2010

¿Como nos afecta el clima?

Quien no ha sentido alguna vez que el carácter de las personas van con el clima del lugar en el que viven? O que dependiendo del tiempo que haga, uno estará más alegre o más triste? Desde tiempos antiguos, han sido habituales las afirmaciones y suposiciones populares sobre la relación meteorológica y el comportamiento humano. Pero, tienen un fondo científico estas afirmaciones?
Desde mediados del siglo XX este ha sido tema de numerosos estudios. Algunos de ellos se han centrado en los infartos de miocardio, artritis… pero en el campo psiquiátrico los resultados de los estudios han sido más irregulares. A pesar de ello, se han creado diferentes hipótesis sobre el papel del clima en el agravamiento de enfermedades o síntomas como la hipertensión, la fatiga, la apatía, el estrés…
Con esta finalidad, la de aclarecer la relación que tiene el clima con algunas conductas específicas como los ataques de ansiedad, nació, en 2002, este estudio en Barcelona.
El estudio en cuestión consistía en analizar, durante todos los días del 2002, las urgencias psiquiátricas por angustia, diferenciando entre los ataques de pánico y los de no-pánico, ya que los ataques de ansiedad son clínicamente un grupo heterogéneo que puede ser evaluado diferenciando diferentes estados de pánico según el estado y el grado del desorden psíquico.
Esta separación de los ataques de ansiedad es importante debido a las diferencias clínicas y biológicas en los dos casos, la principal de las cuales es una alteración a las fibras de colágeno a la que están asociados los ataques de pánico y que no se ve en los desórdenes de ansiedad generalizados.
A partir de aquí, se va a determinar la relación entre estas consultas a la unidad de urgencias psíquicas del Hospital del Mar con algunas variables meteorológicas observadas, diariamente, en el Servei Meteorològic de Catalunya (el observatorio más cercano al hospital). Se incluyeron, pues, variables como la temperatura, la humedad, la presión atmosférica, la velocidad y la dirección del viento, así como la tramuntana, el gregal, el levante, el xaloc, el migjorm el garbí, el ponent y el mestral. Además, se incluyeron las precipitaciones diarias y la radiación solar, y también las estaciones y los fines de semana.
Teniendo como referente estas variables, se compararon y analizaron los dos grupos de trastornos de angustia para obtener unos resultados:
De un total de 368 emergencias psiquiátricas por angustia durante el 2002 en el Hospital del Mar, 221,, un 60,6% de los casos, fueron de no-pánico, y un 145, un 39,4%, fueron ataques de pánico. La mayoría de ellos, en ambos casos, fueron mujeres, con una edad media por paciente de 37,8 años.
Pero los resultados más esperados y más interesantes fueron los siguientes:
Los ataques de pánico resultaron ser más comunes con el viento de ponente, un viento cálido, y durante el otoño, y menos común en los días de lluvia. Los vientos cálidos y secos tienen una mayor concentración de iones positivos en la atmosfera, y esto puede ser un factor relevante en la fuerte relación entre los ataques de pánico y el viento de poniente.
Respeto a los trastornos de angustia de no-pánico, se encontraron reducciones importantes en los fines de semana, y un aumento durante el otoño y también en el verano, hecho seguramente relacionado con los desordenes afectivos que se producen por estas épocas.
Las variables que más influenciaron a los pacientes fueron, pues, las precipitaciones, el viento de poniente y los fines de semana, así como el otoño.
Así, se comprobó que en el departamento de urgencias psiquiátricas de Barcelona había una importante relación del clima con algunos desórdenes específicos de comportamiento. Y eso solo puede ser un reflejo de lo que puede suceder en otras zonas geográficas con vientos cálidos, por ejemplo.
Por lo tanto, y a pesar que no todos los casos ni todas las condiciones son iguales, y a pesar, también, que existen muchos más factores que determinan el comportamiento de las personas además de los meteorológicos, se ha dado un paso más a la hora de comprobar y asegurar aquella afirmación, más bien popular, que dice que el carácter de las personas y el clima están bien atados.

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